3 de abril del 2003
Argentina: beneficios del neoliberalismo
Víctimas de una privatización salvaje
Víctimas de una privatización salvaje
Radio Nederland .
Entre 1995 y 1997, la estrategia de presión realizada por ambas empresas provocó trastornos físicos, psicológicos y hasta intentos de suicidio en por lo menos diecisiete telefónicos. Muchos sufrieron iguales consecuencias pero no difundieron su caso. Otros no soportaron las presiones y terminaron aceptando el retiro. No fue el caso de Néstor Quinteros quien aun trabaja en la empresa luego de haber sufrido una hemiplejía y trastornos cardíacos..
La privatización de ENTel .
El Gobierno de Carlos Menem continuó durante los años noventa el proyecto económico neoliberal instaurado durante la dictadura del General Jorge Rafael Videla, en 1976. Mediante la desarticulación del Estado de Bienestar, la apertura del mercado interno y la flexibilización de la legislación laboral, se pensaba atraer inversiones extranjeras para iniciar una veloz campaña de privatizaciones que brindarían a la sociedad los "beneficios" del mercado global..
En este contexto, la empresa pública de telecomunicaciones (ENTel) fue la primera en ser privatizada. France Telecom y Telecom Italia tomaron el control de las redes que abarcan el norte de la Argentina, mientras que la región sur del país pasó a formar parte del holding de Telefónica de España. Cuando se firmó el contrato de transferencia, en 1990, ENTel poseía 40.772 trabajadores. En 1999, sólo quedaban 19.461 empleados. Semejante reducción no se debió ni a despidos justificados ni arbitrarios, sino a la implementación de la política de retiro voluntario..
El retiro voluntario consistía en ofrecer al trabajador una indemnización mayor a la que le correspondía (algunas veces hasta un 300% más). Por lo general, se trataba de empleados con más de veinte años de servicio, arraigados a la empresa y con escasas posibilidades posteriores de inserción en el mercado laboral. Ante la negativa de muchos empleados a esta forma involuntaria de retiro, la estrategia de las empresas varió y se tornó más agresiva..
Estos "renuncias" tenían por fin llenar las empresas de trabajadores "flexibles" de menor costo, contratados por fuera de los convenios gremiales, que admitiesen la pauperización de sus condiciones laborales y horarios superiores a las 8 horas. Además, buscaban tercerizar la mano de obra, para que firmas fantasmas se responsabilicen legalmente de sus empleados. Sin embargo, muchos contaron que los primeros en ser "invitados a retirarse" voluntariamente fueron aquellos trabajadores que militaban en las bases del sindicato telefónico, mientras, la cúpula manejada por Julio Guillán, se pasó a las filas del menemismo (que con el nombre de "Justicialista" aplicó medidas neoliberales) y no sólo apoyó los planes de la empresa sino que se llevó comisiones por cada trabajador "retirado voluntariamente"..
Aníbal Vázquez -empleado de Telefónica y delegado del sindicato de telefónicos F.O.E.T.R.A. Capital- narró que: "Muchos compañeros se fueron ingenuamente, pero otros se fueron después de haber pasado procesos tortuosos con traslados, con un trato muy feo por parte de la jefatura". Las presiones comenzaban durante las entrevistas en el Departamento de Recursos Humanos, donde el empleado era forzado a aceptar el retiro mediante buenas o malas maneras. En la jerga de los ejecutivos de Recursos Humanos de Telefónica, los empleados presionados eran denominados como "inducidos"..
El propio gerente de personal de Telefónica, Daniel Di Fillipo -por medio de una circular interna enviada el 4 de febrero de 1997 a los ejecutivos Roberto Pace, Daniel Arrigo y Domingo Chiarello- solicitó que le manden al edificio Culpina "a cualquier inducido" para empezarlos a "entrevistar hoy mismo"..
En la circular, Di Filippo decía "Yo puedo ir todas las mañanas a entrevistar gente". Los coloquios eran arduos. Incluso, el Gerente de Personal manifestó en ese documento que por día"hasta 3 me banco". Además, figuran los nombres de 39 trabajadores de los cuales, Di Filippo sugiere comenzar a "elegir de la siguiente lista"..
En la lista de inducidos figuran Héctor Hugo Loiacono y Graciela Noemí Pegazzano. Según un informe de 1997 de la Mesa de Enlace de Trabajadores de FOETRA, Loiacono fue "citado a retiro voluntario en reiteradas oportunidades, intentó suicidarse bajo un profundo estado de depresión". Pegazzano, por su parte, fue "citada al retiro voluntario (...) presionada en forma continua, adolecía de trastornos estomacales. Falleció como consecuencia de una hemorragia estomacal." .
Otra manera de coaccionar a los trabajadores eran los traslados compulsivos a zonas muy alejadas del radio en el que vivían. Telefónica solía enviar sus trabajadores de la ciudad de Buenos Aires a la provincia de San Luis (700 kms) y Telecom a la inhóspita provincia del Chaco situada a 1.000 kms de la capital argentina..
Asimismo, el empleado de Telecom, Néstor Quinteros, durante enero de 1996 fue notificado de su traslado mediante un telegrama. "Me dijeron prepárese que usted tiene que ir a Presidente Roque Saenz Peña, el Chaco, le vamos a pagar el transporte en avión y el transporte de todos sus muebles". Quinteros debía elegir entre erradicarse o aceptar el retiro. Ante las autoridades de la empresa argumentó: "Yo necesito seguir trabajando y el retiro voluntario no lo voy a aceptar. Lo que sí yo quiero saber es porqué me mandan a ese lugar; porque yo no he cometido delito alguno, ni nada por el estilo"..
La lacónica respuesta que recibió por parte de una funcionaria de Telecom (que no quiso ser entrevistada para la investigación) fue: "Acá se acabó papito patria, se acabó papito Estado, acá mandamos nosotros que somos los que tenemos la plata". Importante es agregar que los altos funcionarios parecían desconocer que por esos días Telecom no tenía ninguna dependencia en Presidente Roque Saenz Peña, Chaco..
El corralito .
Néstor Quinteros no aceptó ni desarraigo ni el retiro ¿voluntario?. Entonces, la gerencia de Telecom provó otra técnica de apriete -también utilizada en Telefónica- que consistía en trasladar a grupos de 10 ó 20 trabajadores, desde su lugar habitual de trabajo hasta otra dependencia de la empresa donde eran obligados a quedarse en una oficina vacía, sentados ocho horas frente al escritorio, sin asignarles trabajo. Sometidos a una terrible presión psicológica, los empleados se sentían agobiados por la incertidumbre e inútiles por cobrar un sueldo sin trabajar. Los empleados de Telecom bautizaron al edificio de la calle Forest 1276 en Buenos Aires, que la gerencia solía destinar a esta forma de coacción, como "el corralito"..
Quinteros relató que las directivas de la compañía fueron: "quédense de brazos cruzados, pueden pasear por acá adentro, no pueden salir a la calle, solamente cuando la jefatura de Telecom se lo indica van a ir a tratar con la gente que le da el dinero por la indemnización que les pertenece. Mientras tanto tenemos plata para pagarles uno o dos años sin hacer nada." .
Juan Bernabé Roldán, que también estuvo en "el corralito" contó que "la tarea era mirarse unos a otros sin ningún tipo de tareas y llamarlos directamente a la oficina Stomba (sic) donde estaba Recursos Humanos, para con "distintas chicanas" intimidarlos para hacer un retiro inducido". Además, el gremialista telefónico Carlos Solessi, agregó que los gestores de los retiros voluntarios hablaban con las esposas de los empleados y las persuadían para que ellas indujeran a sus maridos a dimitir. Entonces, la presión continuaba después del horario de trabajo, en las casas..
Una circular interna enviada en abril de 1997 comprueba que Telefónica también empleó técnicas de presión similares al "corralito". El ejecutivo Edgardo Apesteguía ordenó a otros gerentes que: "los inducidos y sin perfil no deben tener contacto con el cliente, por lo que sólo pueden hacer tareas menores y que en lo posible le resulten disgustantes." Este axioma fue aplicado con Susana Cerviño, empleada de Telefónica, quien -según un informe elaborado por el sindicato de telefónicos- "estuvo un año encerrada en una oficina sin que se le asignara tarea alguna". Actualmente, Cerviño se encuentra en un grave cuadro psiquiátrico producto de las fuertes presiones sufridas, que -entre otras cosas- la llevaron a intentar suicidarse disparándose tres tiros..
La siguiente fase de presión era trasladar a empleados dedicados a labores técnicas en la vía pública a sectores donde necesitaban conocimientos específicos que ellos no poseían. Después de pasar por el trauma del corralito, Néstor Quinteros, que durante más de veinte años trabajó en la vía pública como operario de instalación y mantenimiento fue enviado al "110". Un sector destinado a la atención al público, altamente informatizado y con un desgastante ritmo de trabajo..
La nefasta estrategia de Telecom para emplujar a sus empleados al retiro voluntario se vislumbra en la declaración de Quinteros: "Yo sé trabajar con cualquier clase de herramientas manuales y me mandaron a trabajar a una computadora. Me dicen: usted en diez días me va a tener que manejar la computadora, y yo digo ¿Cómo hago?, yo no tengo estudios de esto, ni siquiera conozco una máquina de escribir; le digo la verdad yo tengo sexto grado a garrotazos"..
Aníbal Vázquez, describió la metodología practicada en Telecom: "Tomaban por ejemplo a personal que hacía veinte o treinta años que estaba haciendo una determinada tarea y que era eficiente en lo que hacía y lo ponían atrás de una computadora. Y acá el tipo no sólo que no entendía sino que era algo tortuoso para él". Es decir, la empresa conseguía que el empleado se autoflagelara y se desanimara con la nueva tarea para que -finalmente- acepte el "aliviador" retiro voluntario..
En este caso, la presión fue tal que Néstor Quinteros pidió el traslado. "Me sentía muy mal, no podía dormir, tenía dolores en el cuerpo, en la nuca y transpiraba...". El 8 de marzo de 1996 eleva una nota a la gerencia solicitando regresar a su habitual puesto de trabajo porque "se me hace dificultosa mi adaptación". La respuesta de la empresa nunca llegó..
Diez días después, Quinteros fue trasladado al Sanatorio Mitre debido un pico de presión que lo dejó hemipléjico. La doctora Mariana Xiera certificó que recibió al paciente "en contexto de importante stress psicológico"..
En la actualidad, Quinteros tiene problemas emocionales, picos depresivos y un estado cardíaco delicado. El papel que cumplió Telecom en la salud de su empleado es condensado en un estudio del Doctor Raúl Bassi: "De acuerdo a la doctrina médico legal, nos encontramos en presencia de la relación ``concausal´´ entre las presiones psíquicas a las que fue sometido el Sr. Quinteros, las que actúan como factor desencadenante de las afecciones padecidas." .
Muchos de los actuales telefónicos ignoran los hechos sucedidos entre 1995 y 1997 debido al silencio de la Justicia y la prensa. Pero, después del "colapso argentino" se oyeron voces de advertencia. Debido a los 4 años de recesión y a la fuerte devaluación monetaria, los ingresos de ambas compañías cayeron. Cómo indica la primer regla del managment, las gerencias optaron por reducir los costos. Con este panorama, la dirección de Telefónica anunció un recorte de un 18% en gastos de personal. Paralelamente, ofreció nuevos planes de retiros voluntarios y durante los últimos meses de 2002 aplicó la técnica de presión denominada "el corralito" contra tres empleados veinteañeros que pretendían conservar su primer trabajo, mientras la desocupación en Argentina supera al 20%. .
Soledad Meneghini, Angel del Re, Leonardo Mora Doldán, Felipe Real
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